Hace unos días pude retomar mi práctica de yoga, después de mucho tiempo esta vez de manera continua, pues tuve que interrumpir por unos intensos dolores de espalda que tuve, que vinieron a recordarme la necesidad de descansar a tiempo y adoptar otra perspectiva en casi todo.
Hoy me detuve a escribir mientras estaba en paschimottanasana, y miré mis pies y los ví tan inocentes, tan la base de todo, que quise registrarlos. También ellos sufren el peso del mundo y piden atención.
Hoy amanecí con una vitalidad renovada. Por contraste me di cuenta de cuán triste estuve todo este tiempo al no saber si el proyecto de Cuerpescritura y la revista iban a poder continuar, ya que no hubo nuevas convocatorias para proyectos de extensión en la Universidad, pues el gobierno nacional la está diezmando y la extensión es sólo una parte de la desfinanciación.
Esa tristeza ha devenido esperanza y ganas de seguir adelante, de dar nuevos pasos con esos pies inocentes, gracias a la selección que Mecenazgo cultural hizo del proyecto, con lo cual podre buscar empresas que apoyen financieramente esta quijotada de revista. Hubiera preferido, para qué negarlo, que siguiera siendo un proyecto de extensión en la universidad pública y gratuita en la que trabajo, la que me dió casi todas las herramientas con las que sigue adelante este sueño, y a la que quiero seguir defendiendo. Pero la vida ocurre entre lo deseable y lo posible, volviéndose un terreno con bordes poco claros en el que a veces unx desea más valorando lo poco posible.
Seguimos. Mis pies continúan pisando la tierra y mientras eso ocurra, habrá cuerpo, lo único que tengo y soy.
Daniela ✍🏾💚
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